Por José María Cortés
Tarde o temprano las ambiciones de Rusia y Japón, en Extremo Oriente, sobre todo por Corea y Manchuria, iban a estallar. Aunque hubo conversaciones, para intentar limar las diferencias entre ambos países, estas fracasaron en 1903.
El fracaso diplomático llevo, a Japón, a romper relaciones con Rusia y, dos días después, a iniciar esta guerra que comienza el 8 de febrero de 1904 cuando Japón, sin previo aviso, ataca y destruye, o inutiliza, gran parte de la flota rusa anclada en Port-Arthur, a la que sitian. Lo que les asegura el dominio del mar y, con ello, la capacidad para transportar soldados y equipos.
Aunque esta guerra tampoco fue un paseo militar para Japón, que tenía menos soldados en la contienda, pero bien equipados, una parte de la victoria japonesa vino por el hecho de que, frente a su eficacia, Rusia oponía una administración corrupta, incapaz de hacer llegar, al lugar necesario, en el momento preciso, tropas en condiciones.
Pese a que los soldados rusos combatieron tenazmente, la incapacidad del mando los lleva a encadenar una serie de derrotas: Liaoyang (agosto-septiembre de 1904). Tras una resistencia numantina capitula Port-Arthur (2 de enero de 1905) y la derrota de Mukden (febrero-marzo de 1905), que deja al ejército ruso en una posición muy delicada.
Para rematar el desastre ruso, la segunda escuadra enviada al combate, tras un viaje de 29000 km, y alrededor de 7 meses de navegación, es aniquilada por la escuadra rival, menor en número, pero más moderna y con marinos veteranos, en la batalla de Tsushima (27 al 29 de mayo de 1905).
Artillería japonesa en Ta-shih-Chiao, posiblemente el 24 o 25 de julio de 1904
La guerra termina en septiembre de 1905, con la firma del tratado de Portsmouth.
Alguna curiosidad, digna de destacar, es que en el ejército ruso combatió una representación, simbólica, de soldados montenegrinos. Posiblemente por agradecimiento al apoyo ruso a Montenegro contra los turcos.
Por otra parte, solo el Reino Unido apostó por la victoria de Japón, entre los países europeos. La mayoría creía que Japón iba a ser aplastado.
Soldados japoneses en la batalla de Liaoyang
Por otra parte, la guerra tuvo consecuencias, así en Rusia que ya andaba revuelta desde el 22 de enero de 1905, cuando fue salvajemente reprimida (Domingo sangriento) la manifestación dirigida por el clérigo, polizonte, Georgi Gapón (la gaponada); la derrota dio alas a los movimientos de protesta, que consiguieron parte de sus reivindicaciones, la llamada Revolución de 1905. En 1906 Rusia tuvo una constitución, aunque bastante descafeinada.
Para Japón supuso una fuerte inyección de autoestima que, a nivel interno supuso un nuevo auge, solo controlado en parte durante el periodo Taishoo, del sentimiento nacionalista y militarista, con un toque poco sutil de racismo. Hakkoo ichiu.
A nivel mundial supuso una conmoción, y Japón aumentó su peso en la escena internacional.
Los dos documentos expuestos son sobres entero postales, en principio destinados a ser usados por japoneses en envíos a Japón. Llevan añadido un sello de 10 sen porque la carta va a España, vía Usa, y hay que pagar ese incremento del precio.
Es curioso que en ambos aparezcan imágenes de las tropas japonesas, eso podría haberse considerado espionaje, y premiado con un fusilamiento. En cualquier caso, ya es llamativo el hecho de que un extranjero hubiera podido acceder a ese material. Aunque el remitente, José Sanchis, fuera un diplomático español, podría explicarlo.
Muy interesante José María.
Está siendo muy comentada entre los amigos.
Seguro que en esas cartas hay más chicha, y que por la brevedad de las curiosidades no nos cuentas.
Interesantisima.
Magnífico e interesante artículo, con piezas que nunca había visto. Enhorabuena y sigue colaborando, que tú sabes mucho…. (Y más sobre el Japón, Italia y las trochas toledanas)