Magallanes salió de España con cinco navíos, Trinidad, Victoria, Concepción, San Antonio y Santiago, en septiembre de 1519, para tratar de encontrar el camino de las islas de las especies, las Molucas, navegando hacia occidente, hazaña que fue finalizada por Elcano tres años después, en septiembre de 1522.
Basada en el libro “La vida en una Nao del siglo XVI”, publicado por el conferenciante, coincidiendo con el quinto centenario de la vuelta al mundo de Magallanes, el autor relata las penurias que sufrían los navegantes en estas embarcaciones.
El conferenciante, Marcelino González Fernández, es capitán de navío retirado. Es vicepresidente de la Real Liga Naval Española, numerario de la Real Academia de la Mar y miembro de otras asociaciones culturales y artísticas. Además de ser pintor, dibujante e ilustrador, es escritor y activo conferenciante sobre temas de mar, historia naval, filatelia, arte y actualidad. Autor de dieciséis libros y colaborador en muchos otros, redacta la sección mensual “La Mar en la Filatelia” de la Revista General de Marina, donde, hasta la fecha, ha publicado más de doscientos artículos.
Magallanes y Elcano en una hojita bloque de la emisión conjunta España y Portugal
Una nao, era un barco de madera, sin remos, con aparejo de vela formado por bauprés y tres mástiles, trinquete, mayor y mesana. Tenía bordas altas, era ancho de poco más de veinte metros de largo. Castillo a proa y popa redonda. Servía para el transporte de personal y carga para la guerra. Por sus pequeñas dimensiones y relativamente poco calado era especialmente útil para descubrimientos y exploraciones. Tenía una tripulación de hasta cincuenta personas, gentes de mar experimentadas.
La Nao Santa María
Utilizada por Colón en el descubrimiento de América
Su construcción tradicional, era realizada por familias que transmitían su saber de padres a hijos, en gremios o núcleos cerrados, manteniendo el secreto, para preservar el conocimiento y que no fuera copiado.
La tripulación de una nao estaba formada por el capitán, el Maestre, el piloto, el contramaestre, el barbero o sangrador, el carpintero, el calafate, el condestable, los marineros, los grumetes y los pajes. Estos últimos niños entre doce y dieciséis años. Repartiendo la superficie utilizable, como media resultaba un metro cuadrado por persona. Luego estaban las gentes de guerra, el capitán de infantería, artilleros, arcabuceros mosqueteros, pífano y tambores.
Dormían sobre fardos o esteras. Llevaban animales vivos para alimentación, que consistía en galletas, queso, alimentos ahumados o salados, como cecina, etc. El vino no faltaba. Una alimentación falta de vitaminas, que, junto con las pulgas, chinches, piojos, hormigas, gorgojos, etc, y la escasísima higiene, constituían el mejor medio para la transmisión de enfermedades.
Arcabucero de 1534
España, Emisión de 1973
Las enfermedades más comunes eran la disentería, el tifus, la fiebre amarilla, el escorbuto, el cólera, el sarampión, la viruela, la sarna. Cualquier herida era candidata en desarrollar una infección importante. Con todos estos ingredientes, las muertes eran más numerosas por enfermedades que por combates.
El sepulcro era el océano. Al desgraciado que moría, lo envolvían en su propia estera atándole un lastre, una piedra si había, o en su defecto una bala de cañón y era arrojado a las aguas. Un clérigo, si lo había, decía alguna palabra y encomendaba su alma al Altísimo. Si la persona en morir era alguien importante, la ceremonia era algo más elaborada, con una salva de artillería. Y después el muerto al hoyo, a las aguas en estos casos y el vivo al bollo, es decir a seguir padeciendo las penurias de las largas navegaciones.
En la expedición de Magallanes-Elcano, los salarios de los navegantes, a excepción del propio Magallanes eran los siguientes, expresados en maravedíes: Capitanes, 3.300; Maestres, 3.000; Contramaestres, 2.000; Calafates, Carpinteros y Lombarderos, 1.875; Toneleros, 1.500, Marineros, 1.200: Grumetes, 800; Pajes, 300. Para hacerse idea del poder adquisitivo, los animales embarcados, tuvieron los siguientes costes: Una vaca: 2.000; un cerdo, 400; un pato, 35; una gallina: 4 maravedíes.
Instrumentos de navegación
St. Kitts. Emisión de 1992
La religiosidad y la superstición estaban a la orden del día: “En martes ni te cases ni te embarques”. Los marineros creían en los fuegos San Telmo, las criaturas terroríficas, las serpientes y monstruos marinos, los grandes abismos y todo tipo de patrañas.
Los reglamentos para mantener el orden eran muy duros y los castigos estrictos. No había perdón para ninguna falta, todas tenían su penitencia. Algunas como la homosexualidad, la violación, el asesinato, la insubordinación o la rebelión, se castigaban con el abandono en tierra, paso por quilla y muerte.
Por último, en el capítulo de la seguridad, estaban los problemas de las vías de agua, las colisiones con rocas o arrecifes, las tempestades, los naufragios y el rechazo ante tribus hostiles.
Todo ello, contado con la palabra cercana y a la vez erudita de Marcelino, da como resultado un interesante relato, que hará las delicias a todo tipo de público.
Por Raimundo Almeda
Miembro de la Sociedad Filatélica de Madrid
Aquí puedes acceder a los contenidos de la conferencia
La vida en una nao del siglo XVI, contada en sellos de correos (PDF)