Si hay un aroma español que haga despertar todos nuestros sentidos, es el aroma a jamón ibérico.
Un plato de jamón de Guijuelo y una copa de Ribera del Duero, son la excusa perfecta para una reunión entre amigos, para una buena tertulia, celebrar los éxitos y sobrellevar los fracasos.
Ese aroma a jamón impregna esta hoja bloque, que recoge dos sellos dedicados a la Denominación de Origen Protegida de Ribera del Duero y a la Denominación de Origen Protegida de Guijuelo.
El sello dedicado al vino, recoge un brindis entre el tronco de una vid y una copa de vino. Castilla y León tiene en sus tierras la riqueza de producir uno de los mejores vinos del mundo. El yacimiento vacceo de Pintia, ubicado en Padilla de Duero, da muestras de que hace 2.500 años ya se conocía y se consumía vino.
Fue en 1982 cuando el Ministerio de Agricultura otorgó la Denominación de Origen aprobándose así su primer reglamento.
El sello dedicado al jamón ibérico muestra una imagen de cerdos libres por el campo. Los cerdos de bellota viven toda su vida en libertad en grandes espacios, lo que hace que estén bien musculados y con abundante grasa infiltrada.
Los cerdos ibéricos se caracterizan por su piel oscura y con poco pelo, un morro largo y fino y patas traseras largas y estilizadas. Sus orejas son grandes y puntiagudas y llegan a doblarse tapando incluso sus ojos.
La Denominación de Origen «Guijuelo» fue concedida el año 1986. Aunque toma su nombre de una localidad salmantina, la cría y elaboración de este producto se extiende por tres comunidades además de la de Castilla y León: Castilla la Mancha, Extremadura y Andalucía.
El sello se completa con un primer plano de una lasca de jamón ibérico de color intenso adornado con sus típicas vetas, que con la ayuda del aroma que impregna el sello hacen que deseemos comerlo, si lo hiciéramos podríamos notar el sabor del jamón.
Una vez más Correos apuesta por la innovación en sus sellos, sellos como este que podemos oler y saborear.