Encuadrada en los actos del V Centenario de la Primera Vuelta al Mundo y organizada por la Asociación de Amigos de Museo Naval y el Foro de Opinión del Casino de Madrid, el martes 7 de mayo de 2019 a 19:00 horas, nuestro compañero Marcelino Gonzalez impartirá una conferencia sobre «Las naos del siglo XVI y la vida a bordo»
Miembro de la Junta Directiva de SOFIMA, y capitán de navío del Cuerpo General de la Armada en situación de retiro, Marcelino Gonzalez es vicepresidente de la Real Liga Naval Española. Ha desempeñado destinos en España y en el extranjero: Estados Unidos, Holanda e Italia. Mandó el patrullero ”Ulla”, la corbeta “Vencedora” y la Escuadrilla de cazaminas. Intervino en programas internacionales de construcción de barcos (Holanda y Alemania). Fue jefe de secciones y divisiones de Estados Mayores (Ferrol y Madrid), Oficial de Enlace en el Cuartel General de la OTAN en Nápoles, y Jefe de División del Cuartel General de la OTAN en Madrid (Pozuelo).
De enero de 2002 a marzo de 2008 (en que pasó a situación de retiro) fue Subdirector del Museo Naval de Madrid, del que actualmente es Consejero Colaborador.
Ha Impartido conferencias y publicado numerosos artículos, principalmente sobre temas navales y de filatelia. Ha colaborado en la edición de varias obras literarias, y es autor de siete libros, de los que el último, “Primera vuelta al mundo de un acorazado. La Numancia”, publicado por Navalmol, fue presentado en diciembre de 2013 en el Cuartel General de la Armada.
Las naos del siglo XVI y la vida a bordo
La vida en los navíos del siglo XVI era reducidísima. Las naos disponían de una sola cubierta a la que se le colocaban sobrecubiertas y toldas para proteger en alguna medida a la tripulación y al pasaje. Estos buques apenas disponían de un par de cámaras bajo cubierta, de muy reducidas dimensiones, destinadas preferentemente al maestre, al capitán o a algún pasajero especial.
La vida en cubierta era tremendamente dura, pues, unas veces el frío hacía acto de presencia y en otras el sol del trópico los abrasaba. Si permanecían en cubierta, a poco que hubiese marejada, las salpicaduras de agua y las inclemencias del tiempo los martirizaban continuamente. Pero si decidían meterse bajo cubierta o en la bodega, el panorama no era mucho mejor, además del calor, el hedor a agua podrida era insufrible.
El espacio de que disponía cada pasajero era limitadísimo, y además público, sin posibilidades de guardar la más mínima intimidad. La mayoría no dormía exactamente a la intemperie porque se cobijaban debajo de las toldas, unos voladizos que había entre el palo mayor y la popa y entre la proa y el palo trinquete así como en los entrepuentes. Allí debían ubicar sus enseres: baúles, cofres o cajas personales con la ropa, mantas y demás útiles básicos para la supervivencia en un medio tan hostil como un barco. Este baúl era un objeto multiusos, pues además de servir para guardar la ropa, se usaba de improvisada mesa, de silla, y hasta de tablero de juegos. En muchas ocasiones, también debían embarcar los alimentos propios, pues, los que llevaba el barco estaban reservados para la tripulación. Por tanto, si a la carga del buque unimos los equipajes, que superaban fácilmente la media tonelada por persona, podemos imaginar las cubiertas totalmente embarazadas de bultos.
Un marinero que quisiera ir de popa a proa debía ir sorteando toda clase de obstáculos que obviamente limitaban la operatividad del navío. La cohabitación entre oficiales, marineros, soldados y pasajeros nunca fue fácil; con frecuencia la tripulación trataba de mala manera al pasaje, a quienes consideraban un estorbo a la hora de llevar a cabo su trabajo.
La conferencia tendrá lugar en el
Casino de Madrid
Salón Principal
Calle Alcalá, 15
28014 Madrid
Entrada libre hasta completar el aforo
Muchas gracias por colgar la conferencia para su visionado posterior. He disfrutado y aprendido mucho viéndola.