El 23 de noviembre de 2021 se cumplen ochocientos años desde el nacimiento de un rey único que la posteridad quiso apodar como “el Sabio”, Alfonso X, rey de Castilla y León.
Si algo caracterizó a este singular monarca, fue la cantidad y variedad de campos del saber que llamaron su atención desde niño.
Alfonso X favoreció la cultura desde los inicios de su reinado, siendo la ciencia uno de los pilares fundamentales, así como el derecho, la historia y la poesía.
Fue un autor prolijo cuyo objetivo principal fue proporcionar un legado cultural para su pueblo, como muestra su interés por encargar ejemplares de sus propias obras.
En el momento de su muerte, protagonizó otra de sus particularidades más conocidas pese a ser un hombre de leyes y tener todo bien organizado a su alrededor, en los testamentos reales dictados por él, no dejó escrito el lugar exacto en el que había de reposar su cuerpo, dejando en manos de sus cabezaleros, personas encargadas de cumplir su última voluntad, el destino de su cuerpo.
Finalmente se decidió enterrar al Rey Sabio en la Catedral de Sevilla, aunque descubrieron que entre sus deseos estaba ser sepultado en Murcia o en la capital hispalense, pero solo su cuerpo. En el lugar contrario al escogido, deberían conservar sus vísceras, salvo el corazón, que debía ser llevado a Tierra Santa por el Maestre del Temple.
Así se hizo y sus entrañas fueron llevadas a Murcia, siendo depositadas en la antigua capilla del Alcázar Mayor. En tiempos de Carlos I, se construyó un mausoleo para conservar sus restos en la Catedral, con una orden estricta de que nadie, tuviese el cargo que tuviese, pudiera ser enterrado allí.
El sello que emite Correos para conmemorar esta efeméride reproduce el logotipo que la ciudad de Toledo ha dedicado a este octavo centenario.
Científico, poeta, astrónomo y hombre de leyes, Alfonso X se adelantó a su tiempo y revolucionó, prácticamente, todos los aspectos de la vida de su época, dejando un legado único e irrepetible.