La Ermita de San Baudelio en Casillas de Berlanga, Soria, es, sin duda, uno de los monumentos románicos de mayor interés peninsular.
Con una apariencia exterior de sencilla construcción, una nave rectangular y una cabecera cuadrada, su interior causa un asombro de profunda espiritualidad.
Una palmera, símbolo del árbol de la vida, parece sostener la cubierta de la nave; a los pies de la ermita la sucesión de arcos recuerda las construcciones musulmanas. Sobre esta arquería se sitúa una galería que dirige su mirada al ábside en cuyo centro una pequeña capilla se dedicó a la adoración de los magos. Al ábside, muy elevado respecto a la nave, se accede por escaleras pronunciadas. Hay así cuatro espacios diferenciados para el culto: el ábside que contiene el altar principal, la nave, la arquería a los pies de la iglesia y la galería sobre él. Estas diferencias debieron corresponder a la celebración del rito hispánico hasta que se impusiera la liturgia romana en un momento impreciso el s. XII.
La ermita, entonces iglesia de un pequeño monasterio, se construyó sobre el lugar en que, probablemente, había habitado un eremita, entonces un abrigo con pequeña covacha. Alrededor de la Ermita pueden verse sepulturas de quienes habitaron el Monasterio y la pequeña población a su alrededor.
Todo el interior estuvo decorado con pinturas que pueden dividirse en dos estilos: los paneles inferiores más sencillos o primitivos y los paneles superiores con escenas plenamente románicas de la vida de la Virgen y la vida de Cristo.
Desgraciadamente parte de las pinturas fueron arrancadas al venderse, en los años 20 del siglo XX, de modo que algunas de sus pinturas se hallan en Nueva York, Boston e Indianápolis. A cambio del ábside de Fuentidueña, algunas pinturas regresaron a España pudiendo visitarse en el Museo del Prado. De ellas en la Ermita pueden verse las huellas que dejaron las pinturas.
Debió construirse en la última mitad del siglo XI, cuando tras la conquista de este territorio al sur del Duero por Alfonso VI, rey de León, Castilla y Galicia, se dio relativa estabilidad a la zona y se inició el proceso de reordenación de territorio recuperado a los musulmanes.
El sello emitido por correos reproduce un primer plano de la extraordinaria columna cilíndrica en forma de palmera pétrea. De esta inmensa palmera salen ocho nervaduras con forma de arco de herradura a modo de ramas que soportan la bóveda esquilfada (unida a la superficie de los muros). La palmera es un símbolo sufí, un árbol sagrado para los árabes.