Isabel Zendal

Isabel ZendalPoco sabemos de esta mujer admirable, la primera enfermera en misión internacional; incluso su nombre parece camuflarse en distintas variantes y escurrirse de una historia en la que estuvo siempre al servicio de otros.

Sabemos que nació en una familia pobre en Órdenes, A Coruña, en 1773. Que su madre murió de viruela; no tenía ni trece años cuando comenzó a trabajar, y entró como ayudante en el Hospital de la Caridad de La Coruña, donde ascendió a rectora de Expósitos. Sabemos que con veinte años tuvo, de soltera, a su hijo Benito.

Emisión de2004
Bicentenario de la Real Expedición de la vacuna de la viruela
Emisión 2004

Quizás ese pasado la llevó a acompañar a los niños seleccionados para la Real Expedición de la Vacuna, impulsada por el médico Francisco Balmis con el apoyo de Carlos IV. La expedición duraría desde 1803 hasta 1806 y recorrería todo el Imperio Español.

La misma viruela que había matado a la madre de Isabel causaba estragos en todo el mundo, y aunque existía ya la vacuna de Jenner, resultó imposible conservarla, salvo en el cuerpo humano. Para eso necesitaron a los expósitos, los más vulnerables entre los pobres, 22 niñitos de entre 3 y 9 años, Algunos no eran huérfanos, pero sus padres los habían entregado allí para que sobrevivieran a la miseria.

Monumento a Isabel Zendal
Monumento a Isabel Zendal en La Coruña, cerca del lugar donde estaba el hospital en el que trabajaba. Obra de Francisco Escudero.

Isabel se embarcó con ellos y con su propio hijo el 30 de noviembre de 1803, en una corbeta; llevaban consigo un par de zapatos, una muda de ropa y el virus de la vacuna que se pasaban cuidadosamente de uno a otro cada diez días.

De Canarias a Puerto Rico, y de allí a Acapulco, ya Manila, para regresar a México, de donde Isabel ya no volvió. Ni ella, ni su hijo, ni ninguno de los niños, pese a que las normas indicaban claramente que deberían recibir educación y ser devueltos a sus pueblos. No sabemos cuándo murió, pero debió ser pronto, porque en 1806 Balmis indica que Isabel se desvivió por los niños como una madre, que los cuidó y mimó noche y día hasta que arruinó su propia salud. Dos docenas de criaturas que enfermaban por turnos, que no necesitaban solo atenciones sino un poco de cariño.

La expedición vacunó directamente a unas 250.000 personas. No hubiera sido posible sin Isabel Zendal. Eso sí lo sabemos.

Espido Freire

Matasellos

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