El Patrimonio del Mercurio es una declaración conjunta de los pueblos de Almadén e Idrija, en España y Eslovenia respectivamente. Ambos pueblos tienen dos de las mayores minas de mercurio del mundo, explotadas desde hace siglos.
Castillete de las minas de Almadén
En 2012 fueron declaradas Patrimonio Mundial de la UNESCO.
Las minas de Almadén reúnen además a sus alrededores lugares relacionados con su historia minera, como el castillo de Retamar, edificios religiosos o pozos tradicionales.
En Idrija hay almacenes e infraestructura relacionada con el mercurio, viviendas de mineros o un teatro.
Ambos sitios son un importante testimonio del comercio intercontinental del mercurio, que tendrá importantes intercambios entre Europa y América durante siglos.
Almadén, situada en la provincia de Ciudad Real, comenzó su explotación minera antes de la llegada de los romanos a la península.
Edificio de la bomba en Idrija
Alrededor de 1555, se iniciaron métodos de amalgamación, producir una mezcla mezclando mercurio con otro metal, para la obtención de la plata. A partir de ese momento comienza el flujo de mercurio entre las minas de Almadén e Idrija y América y con él los intercambios recíprocos de técnicas para mejorar las explotaciones.
Ambas son las minas de mercurio más grandes del mundo y fueron operativas hasta hace pocos años.
A lo largo de la historia estas minas han acercado a ambas naciones, favoreciendo los intercambios económicos, tecnológicos y culturales.
El sello recoge un detalle del castillete de las minas de Almadén, estructura situada sobre un pozo vertical cuya función es soportar las poleas a la suficiente altura sobre la Iglesia Parroquial de San Sebastián, que presenta la curiosidad, quizás, por su relación con la mina, de tener la cabecera en dirección oeste, en vez de este, como marca la norma canónica.