El correo sin Correos en España en los siglos XV a XVII

Eugenio de QuesadaEugenio de Quesada muestra en esta conferencia una selección de piezas de la primera parte de su última colección-estudio titulada “El correo sin Correos en España en los siglos XV a XIX”.

Se trata de una veintena de cartas de fraude y fuera de valija de los siglos XV a XVII, en su mayoría piezas únicas o de excepcional rareza, de la época de los Privilegios Postales y los Correos Mayores y, por tanto, anteriores a 1716, año en que Felipe V crea la Real Renta de Correos.

El ponente, Eugenio de Quesada, tiene un largo historial filatélico. Además de ser vicepresidente de la Sociedad Filatélica de Madrid, también es miembro de distintas sociedades como la Sociedad Filatélica Sevillana (SOFISE), la Sociedad Valenciana de Filatelistas (SOVAFIL), la Cuban Philatelic Society of America (CPSA) y la International Cuban Philatelic Society (ICPS). El académico de la Real Academia Hispánica de Filatelia e Historia Postal (RAHF e HP) y miembro de la Académie Européenne de Philatélie (AEP),

El correo sin Correos en España en los siglos XV a XVII. Carta remitida por don Antonio Álvarez de Toledo y Beaumont
1638, 26 de marzo. Carta remitida por don Antonio Álvarez de Toledo y Beaumont, quinto duque de Alba, circulada el 26 de marzo de 1638 fuera de valija entre la aldea de Abadía (Cáceres) y Coria

Eugenio de Quesada es editor y director de “EL ECO Filatélico y Numismático”, revista de filatelia líder en lengua española y órgano oficial de FESOFI, dirige la biblioteca ‘Estudios EL ECO Filatélico’ y preside la Comisión de Publicaciones de FESOFI, habiendo sido galardonado con la medalla de oro al Mérito Filatélico, otorgada por la Orden del Mérito Postal del Ministerio de Fomento, con las medallas de FESOFI y de ANFIL, y el título de Filatélico Andaluz del Año.

Se considera correo fuera de valija a aquella correspondencia conducida antes de la existencia (o al margen) del servicio de Correos y que, por tanto, no viajó en la valija postal (arcón o cartera), sino llevada por particulares como propios, amigos, ordinarios, arrieros, chasquis, etc.

Durante los siglos XIV-XV el Servicio oficial de Correos se desarrolló mediante Privilegios Reales a través de Hostes y correos extraordinarios. Ya en los siglos XVI-XVII, este servicio se realiza por parte de los Correos Mayores: la familia Tassis en España y Galíndez de Carvajal en las Indias. Finalmente, en los siglos XVIII-XIX, el Servicio oficial de Correos pasa a depender de la Real Renta de Correos, servicio público dependiente de la Corona.

El correo sin Correos en España en los siglos XV a XVII.Envuelta de carta circulada en pliego ajeno a Corella

Circa 1700. Envuelta de carta circulada en pliego ajeno a Corella, dirigida a “Francisco Resano, guarde nuestro Señor muchos años”. En el ángulo inferior izquierdo de la cubierta se manuscribieron dos líneas paralelas por parte del remitente, para evitar la anotación de un porteo fraudulento.

En tiempos de los Correos Mayores, la conducción particular de cartas era una práctica muy frecuente. A partir de 1716, cuando el Correo pasa a ser Renta de la Corona, se intensifica la persecución y el castigo de las cartas de fraude en la Península y América; aunque los particulares podían llevar cartas abonando la tasa en la estafeta.

Pero no todas las cartas fuera de valija son de fraude. Durante la Baja Edad Media (siglos XIV y XV), la importancia de las relaciones comerciales entre diferentes ciudades dentro y fuera de los reinos peninsulares, especialmente en la Corona de Aragón, hizo necesario el desarrollo de fórmulas que facilitasen la comunicación escrita entre los distintos corresponsales mercantiles.


1662, 16 de agosto. Carta circulada entre Guadalest y Valencia, dirigida a “don Cristóbal de Cardona, caballero del hábito de Montesa y bayle general, guarde Dios”. La cubierta presenta porteo de medio real en su ángulo inferior izquierdo, realizado por una mano distinta de quien escribió las señas de la carta, por lo que podría haber sido añadido en la estafeta de destino.

Surgirá así el llamado «correo de mercaderes» (cursori mercatorum), creado al margen del llamado «correo oficial» y desempeñado por troteros al servicio de los Hostes de las ciudades que contaban con licencia expedida por la Chancillería Real.

Otra forma de conducción era a través de viajeros particulares. Hasta bien entrado el siglo XVIII, el servicio de correos no se implantaría en la mayor parte de las villas y ciudades del Reino, por esta razón aquellos que vivían en poblaciones sin estafeta de correo tenían que recurrir a otros medios alternativos.

El más seguro y económico era utilizar como mensajeros a personas de confianza o conocidos que, por razones de índole personal, política, religiosa o económica, tuvieran que desplazarse por sus medios a lugares coincidentes con el destino de la carta.

Estas cartas generalmente eran remitidas de favor, es decir, sin cobrar ningún tipo de gratificación por el servicio. La mayoría de las veces no se especifica el dador en la cubierta de la carta.

También existía la posibilidad de utilizar mensajeros propios, correos privados contratados por personas particulares u otras instituciones, como podrían ser los concejos de las villas y ciudades, a los que se despachaba con correspondencia.

En el caso de los propios despachados por particulares, generalmente se concertaba el precio del servicio con antelación, abonando el usuario una parte de este en origen y el resto una vez hubiera sido realizado.

1662, 8 de diciembre. Bula o Breve del Papa Pio Alejandro VII de mediados del siglo XVII, dirigido al “Dilecto filio Francisco de Ovando pbro nobili. Toletan Seu altus Civi vel Dios” (Amado hijo Francisco de Ovando noble presbítero) autorizándole a abrir un oratorio consagrado en un palacio particular para la práctica del culto privado.

Cuando eran enviados por los ayuntamientos se liquidaba la cuenta por parte del mayordomo de propios una vez hubiera finalizado el servicio.

El correo se podía igualmente conducir mediante Criados y vasallos. Durante el Antiguo Régimen, la nobleza ejercía un dominio real sobre miles de vasallos que habitaban las tierras sobre las que ejercían un señorío jurisdiccional.

Desde la Edad Media, estos vasallos estaban obligados a realizar diversas prestaciones de trabajo personal, cuando este le era solicitado por su señor.

En estos vasallajes, conocidos como sernas, se encontraban la mandadería (deber de prestar al señor servicios como mensajeros), el hospedaje (deber de alojar al señor y a sus enviados cuando visitaban los lugares del señorío) y el yantar (deber anejo al hospedaje que se refería a la obligación de sustentar al señor y a sus enviados).

Por último, una de las fórmulas más habituales y seguras, aunque también más lenta, de remitir la correspondencia de particulares, especialmente entre aquellas localidades donde no existía servicio de estafetas, era el uso de arrieros y carreteros. También se les conocía bajo la denominación de «ordinarios», cuando cubrían una ruta concreta con periodicidad determinada.

El correo sin Correos en España en los siglos XV a XVII. Carta circulada fuera de valija entre Toledo y Madrid
1702, 7 de febrero. Carta circulada fuera de valija entre Toledo y Madrid. Contiene un ‘Signum Mercatoris’ al dorso, formado por una roseta hexapétala inscrita en un círculo angrelado, que identificaría probablemente a quien prestó este servicio de encaminamiento

Eran más económicos por lo que se usaban para transportar pliegos abultados, como causas judiciales.

Eugenio de Quesada ha estudia la tipología de las cartas transportadas fuera de valija y ha ido mostrando ejemplares de cada una de estas.

Un ejemplo de estos tipos de correspondencia son las cartas de creencia. La dificultad de poder realizar personalmente gestiones desde la distancia, obligaba a particulares y hombres de negocio a enviados para llevar a cabo gestiones, recoger una cantidad o, simplemente, trasladar algún mensaje delicado que no pudiera confiarse al papel. A estas personas se las dotaba de las llamadas cartas de creencia o credenciales, donde se presentaba al portador de la misma y se hacía constar su misión.

Las cartas de súplica constituyen otro tipo característico dentro de la correspondencia epistolar. Generalmente eran entregadas en mano, por el mismo interesado, o por alguien actuando en su nombre, a la autoridad o persona que ostentaba una posición relevante respecto del suplicante.

Un interesante estudio que ha dejado una puerta abierta para una segunda parte en la que Eugenio de Quesada desarrollará “El Correo como Renta de la Corona y la regulación oficial de las cartas fuera de valija durante los siglos XVIII-XIX” que completa el trabajo recogido en su último libro “El correo sin Correos en España en los siglos XV al XIX”, publicado en la Biblioteca de Estudios de SOFIMA.

Aquí puedes acceder a los contenidos de la conferencia

El correo sin Correos en España en los siglos XV a XVII (PDF)

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *