Mujeres pioneras. Ascensión Chirivella

Mujeres pioneras. Ascensión Chirivella MarínAscensión Chirivella había nacido en 1894 una familia de abogados y procuradores valencianos, pero el Derecho fue su tercera carrera: había estudiado antes Filosofía y Letras y Magisterio, un paso casi obligado para las mujeres que en su época pasaban por la universidad. El de maestra era uno de los trabajos que podían ejercer con mayor facilidad. De hecho, nada hacía presagiar que se convirtiera en la primera mujer que pudiera colegiarse como abogada en España: la grave enfermedad de su padre y la necesidad de hacerse cargo de un despacho en el que ella ya trabajaba ayudó a que tomara aquella decisión. Lo logró en 1922: la repercusión que ese hecho tuvo en aquel momento fue espectacular; aunque con posterioridad ella se lamentaría de las risas y el desdén que algunos dedicaron a su posición como abogada, con ello abría el camino a que muchas otras se atrevieran a ejercer junto a sus compañeros.

Ascensión Chirivella dedicó su labor a la defensa de los derechos civiles de las mujeres: en aquel momento muchas de las reivindicaciones más relevantes (el derecho a voto, la posibilidad de divorciarse, el derecho a la representatividad política) pasaban por la modificación de las leyes o del Código Civil. Ascensión, en parte gracias a una capacidad de oratoria que la convertía en una adversaria temible, defendió todos esos principios, al mismo tiempo que llevaba a cabo una campaña infatigable a favor de la República.

Ascensión ChirivellaEn aquellos años las cuestiones sociales ocupaban un espacio esencial en los debates públicos, y en un inicio fueron combatidas con hostilidad: Ascensión intervino en ellos de manera pública, con la certeza de que un estado democrático debía garantizar la igualdad, fueran cuales fueran los factores de cada ciudadano, bajo el paraguas de una legislación moderna y eficaz. Que una joven de buena familia se atreviera, como ella hacía, a dar un mitin sobre los derechos de las mujeres suponía no solo una declaración de intenciones, sino una invitación al escarnio. Que además tratara temas como la interpretación de la ley bajo un espíritu y una perspectiva femenina resultaba abiertamente una provocación.

Su marido, Álvaro Pascual Leone, abogado también, obtuvo un cargo como diputado. La vinculación de ambos a partidos de izquierdas y su relevancia social hicieron que se exiliaran primero a Francia y luego a México, al finalizar la guerra. Tras años de una gran precariedad, arropada por la comunidad española pero completamente olvidada, Ascensión moriría allí en 1980. Es tiempo ahora de reconocer su valía, su clarividencia y su papel como precursora: y supone además un acto de justicia.

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