El pasado 8 de marzo en el aula de formación del edificio Clara Campoamor de Correos de Madrid, Raimundo Almeda Candil presentó su discurso de ingreso en la Real Academia Hispánica de Filatelia e Historia Postal, en el que detalló la investigación realizada sobre la organización de la distribución y entrega del Correo desde épocas prefilatélicas a nuestros días, con especial atención a las listas del Correo, los apartados y los carteros.
Raimundo Almeda Candil es investigador de Historia Postal, conferenciante habitual en Instituciones y diversas asociaciones filatélicas, articulista en las principales revistas filatélicas españolas, coautor o coordinador de diversas publicaciones de la Sociedad Filatélica de Madrid.
A lo largo del siglo XVI, con la posta no sólo viajaban los correos, sino también particulares que queriendo viajar rápido, utilizaban este servicio, pues con la ventaja de cambiar de cabalgadura y postillón en cada posta y dependiendo de la orografía, podían alcanzar velocidades de hasta 30 leguas diarias.
Con el establecimiento de las estafetas se abarata el servicio, pues en lugar de ir relevándose los postillones en las postas, un único correo hacía todo el recorrido, cambiando las cabalgaduras si fuera necesario.
Carta dirigida el 04-12-1574 de Ayamonte a Medina del campo.
“Con Juan Ruiz herrero”
No todo era Correo oficial. Había muchas otras maneras de que las misivas llegaran a su destino. Tales eran la utilización de transportistas de algún tipo, como los arrieros, que acarreaban todo tipo de mercancías con salidas y recorridos fijos. Con mensajeros propios, amigos o aprovechando un viaje de algún personaje conocido que se hacía cargo de la entrega de la correspondencia.
Inicialmente el Correo Mayor de España se limitó a mantener las Casas de Postas y el Correo Real. El particular que tenía medios económicos podía enviar a un criado, a una persona de su confianza o a un profesional que ya se dedicaba a estos oficios, es decir un propio. Y el menos pudiente se aprovechaba de los viajes de los arrieros, carreteros y comerciantes. Por otra parte, el público también utilizaba el Correo Real, dejando sus cartas y pliegos en cajones que se habían habilitado en la casa del Correo Mayor.
Carta de fecha 25 de noviembre de 1823 dirigida a la calle de la Madera, en Cádiz, lleva la inscripción manuscrita “Lista”. No pudieron encontrar a la persona, el cartero, devolvió la carta a su superior para incluirla en lista.
La salida del Correo del Rey a un destino determinado no estaba planificada en el tiempo y tenía que esperar a que saliera el correo oficial o que se hubiera acumulado una cantidad de correo suficiente para que se estableciera un envío extraordinario. De ahí la utilización en el siglo XVI de tantos transportistas diferentes para el correo particular.
A lo largo de este siglo, debido a la necesidad de comunicaciones y el aumento del Correo, los Correos Mayores establecieron el sistema de Estafetas, que además de abaratar el servicio, tenía una certeza en cuanto a la salida y llegada de la correspondencia.
La primera nota escrita que encontramos en las Ordenanzas de Correos sobre las “listas de correos” es la titulada como “Copia de una carta del Conde de Olivares y de una proposición para establecer un correo especial entre Roma y España” firmada por el conde de Olivares el 4 de enero de 1588 en la que determina que “ara hacer en los lugares ordinarios sus listas según es costumbre, para que diligentemente dentro de los dichos días, términos y plazos abaxo declarados se consignen a las partes sus cartas…”
El 2 de enero de 1611, ordenanza por la que el Correo Mayor del reino, D. Juan de Tasis y Peralta, nomina a Antonio Vaz Brandon como correo mayor de Aragón.
Tarjeta Postal remitida a Zaragoza el 24 de mayo de 1905 con la marca “ESTUVO EN LISTA – ZARAGOZA”
En los documentos se especifican las ciudades (“Zaragoza, Barcelona, Valencia, Lisboa y otras partes”) que quedan bajo su administración indicando que es responsable de la distribución y recepción del correo desde la corte a las ciudades y lugares nombrados.
El sistema de listas empleado por el correo en este siglo es precursor de la Lista de Cartería, Lista de Correos y Lista de apartado que tuvieron lugar posteriormente.
A principios del siglo XVIII, se sientan las bases para la apertura del correo al público en general. En 1716 el cargo de Correo Mayor fue abolido, pasando el servicio a la Corona. Así, en la Real Orden de 7 de diciembre de 1716 se establecen la lista de los que tenían derecho a franquicia y la lista, de la oficina de llegada.
Marca “PREGONADA EN CARTERIA” de Valencia de abril de 1970
En 1731 se ordena el establecimiento de una lista para las cartas atrasadas, que se entregarán a un cartero. Es la primera referencia que vemos a esta figura, que, además, intenta su entrega domiciliaria, con el pago de una comisión del dieciocho por ciento por las cobradas.
La misma instrucción establece que las cartas que no se hayan podido entregar se pondrán en una lista ordenada alfabéticamente, para poder facilitar la entrega si las vienen a reclamar. La “Lista de Correos”, quedaba establecida.
Con el Reglamento de Correos de 23 de abril de 1720 se normalizaba el funcionamiento de las postas, que ya venía existiendo desde hacía dos siglos.
En carta dirigida al Secretario de Estado de 1765 se explicaba que para Correos era de vital importancia limitar el uso de las listas distribuyendo la correspondencia con carteros agilizando la entrega anticipada de las cartas al público, el cobro rápido de la correspondencia, además del aumento de envíos y la disminución del fraude.
Según se va desarrollando la organización de la Lista de Correos, paralelamente también lo hacen los Apartados, así, la ordenanza de 1743 no especificaba una tarifa concreta para los apartados particulares, quedando al arbitrio de cada responsable de la oficina y el 26 de octubre de 1784, la ordenanza firmada por el conde de Floridablanca establece que “A todos los sujetos que quieran se les aparten sus cartas por recibirlas con alguna anticipación, se les admitirá pagando anticipadamente la cantidad que se gradúe según la más o menos correspondencia que tengan”.
A partir de aquí Raimundo Almeda ha ido desgranando toda la legislación de carácter nacional y local que han determinado el funcionamiento de estos servicios de Correos hasta nuestros días.
Rodillo de “APARTADOS PARTICULARES” de la Oficina Central de Madrid
A día de hoy, el servicio de Lista de Correos no lo conoce casi nadie. Un servicio que a finales del siglo XIX y principios del siglo XX era muy popular, tanto por el público en general como por las empresas y comerciantes de todo tipo y que garantizaba la entrega de la correspondencia, como se refleja en muchas obras literarias y guías de Madrid.
En la Historia Postal, las listas de correos han sido muy importantes si bien hoy en día, son físicamente inexistentes engullidas por la tecnología y los ordenadores, donde siguen existiendo de una manera virtual.
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La distribución y entrega de la correspondencia (PDF)