Manuel Álvarez Casado
Archivero del Archivo General de Indias
En mi pequeña colección tengo un sobre sin carta, que tal vez casa bien con el tiempo en el que vivimos, por muchos de los motivos que ahora expondré.
No destaca especialmente ni por el porteo, sello u obliteraciones. Quizá el más bello de estos elementos es el que aparece en el reverso, un matasellos de trébol de la estafeta de cambio en Madrid, donde llegó desde Sevilla para partir hacia París, su destino final.
Sin adelantar los acontecimientos, salta a la vista que la persona o familia que la escribía estaba de luto y había perdido un ser querido hacía relativamente poco tiempo. Los lutos, estamos hablando de 1879, se vivían de manera diferente a nuestros días y más, en estos tristes tiempos en los que nos encontramos en los que no nos hemos podido despedir de nuestros seres más queridos.
Creo adivinar por la fecha, que la familia estaba de luto por el fallecimiento de una de sus hijas, la quinta, unos meses antes. Había fallecido esta muchacha, pues os adelanto que no contaba sino dieciocho años, solo dos días después de su cumpleaños, el 26 de junio de 1878. Para colmo, solo había disfrutado cinco meses de su matrimonio con su joven pareja, cuyo fin lo motivó el terrible tifus, la enfermedad que llevó a la joven a la tumba.
La historia se cebó en la pareja, pues su viudo casó poco después pero falleció pocos años después, a los seis años de escrita la carta que contenía el sobre, sin conocer al último de sus hijos, que nació póstumo, a causa de la tuberculosis.
Sin ver el reverso, algunos conspicuos lectores habrán adivinado los protagonistas de los que he hablado. Vamos a contemplarlo ahora:
En efecto, el remitente es un emblema heráldico que nos permite adivinar fácilmente saber quién enviaba la misiva, pues junto con las armas reales, en una filacteria, aparece a los pies “SAN TELMO”. Con estos datos, ya sabrán muchos que quienes enviaban la carta eran los duques de Montpansier, padres de la “dulcísima esposa de Alfonso XII”, María de las Mercedes, como aparece escrito en latín en su lápida de la catedral de la Almudena. Los duques habían formado una auténtica “Corte chica” en el fastuoso edificio hispalense que fue colegio de mareantes y allí se pidió la mano de María de las Mercedes con su primo hermano por el duque de Sesto y el marqués de la Frontera.
Pocas personas conocen la sensación de enviar una carta cuyo sello sea la efigie de su yerno, que en esa fecha aún estaba viudo de su hija, pero con la necesidad de casarse nuevamente para tener un heredero. Como curiosidad, ya había pasado el luto oficial, que se había publicado el 27 de junio en la Gaceta de Madrid y que tendría que ser de tres meses riguroso y tres más de alivio.
Harían bien en conservarlos pues, al poco tiempo, la desgracia volvería a golpear a esta familia, pues si la carta había salido de Sevilla el 30 de marzo de 1879, el 27 de abril fallecía también de tuberculosis la infanta María Cristina, hermana de Mercedes, y en quien parece que se había fijado su primo Alfonso meses antes, para llevarla al altar.
Un último detalle tiene este sobre, tan plagado de tristeza y en el que no había reparado hasta el momento de escribir estas curiosidades. La destinataria de la misiva era Madame Guéneau de Mussy, en el número 15 de la rue du Cirque en París. La señora Guéneau de Mussy, cuyo nombre de soltera era Clémence Cornélie Victoire Janssens de Burges (1829-1919), era la esposa de Henry Guéneau de Mussy (1814-1892), célebre médico francés de la familia Orleans y del rey Luis Felipe de Francia, que recordemos era el padre del duque de Montpansier.
Guéneau du Mussy viajó a Irlanda en 1847 para estudiar la “Famine fever”, contrayendo él mismo la enfermedad y el informe que realizó posteriormente sirvió para diferenciar el tifus de la fiebre tifoidea. Se ha estimado que 350.000 irlandeses fallecieron de tifus ese año.
Como vemos, este sobre nos recuerda poderosamente el tiempo que estamos viviendo, pero lejos de hacer una lectura triste querría hacer ver como la filatelia e historia postal nos ayuda no solo a sobrellevar estos días extraños, sino a crecer como personas, disfrutando, recordando, imaginando o investigando a través de nuestras colecciones.
Sean estas torpes palabras mi modesto homenaje a Emilio Úcar, médico ejemplar como Guéneau de Mussy, y socio de SOFIMA.
¡Muy bonito!
Excelente, emotivo y muy oportuno articulo.
Un fuerte abrazo, amigo Manuel.
Lo primero agradecerte el recuerdo a nuestro socio y amigo Emilio en mi caso muy cercano.
Después decirte que me ha gustado mucho la curiosidad y la investigación alrededor de la pieza.
Gracias
Excelente ejemplo de lo que, en este caso un sobre, bien estudiado puede dar de si.
Muchas gracias , Manuel, por tu artículo y por tu homenaje a nuestro socio.
Muchas gracias a todos por vuestros amables comentarios, pero sobre todo por la labor que hacéis en Sofima. Para mi ha sido un placer aportar mi granito de arena a este estupendo trabajo y sabed que contáis con un nuevo socio. Mis mejores deseos para todos.