Las bromas de Pascual Doménech

Por José Manuel Rodríguez
De la Sociedad Filatélica de Madrid (SOFIMA)
Secretario de la Real Academia Hispánica de Filatelia e Historia Postal.

El 3 de diciembre de 1973, conmemorando el centenario, aunque con dos días de retraso, de la emisión de las primeras tarjetas enteros postales de España, 1 de diciembre de 1873, se inició la emisión de la serie de tarjetas con motivos turísticos, franqueadas con faciales de 1,50 pesetas las dedicadas al servicio interior y con 5 pesetas las de servicio internacional, valores correspondientes a las tarifas vigentes de 1 de enero de 1971.

Las dos primeras de esta serie fueron las dedicadas a Barcelona, representando un paisaje de las Ramblas y el sello la Catedral, fig. 1, y a Madrid, con una vista de la Plaza Mayor y el sello del puente de Toledo, fig. 2.

Las bromas de Pascual Doménech

Fig. 1

Las bromas de Pascual Doménech

Fig. 2

Estas emisiones, de las que se hicieron cerca de un millón de ejemplares, fueron muy bien recibidas por filatelistas y comerciantes, aunque, desde un punto de vista postal no de utilizaron mucho.

Nuestro querido y admirado amigo Pascual Doménech, debió de tener un abundante stock que decidió aprovechar en la Navidad de 1977 para felicitar a parientes y amigos. Para ello “privatizó” unas cuantas imprimiendo el texto en el reverso que reproduce la fig. 3.

Las bromas de Pascual Doménech

Fig. 3

Pero las tarifas habían subido el 1 de septiembre de 1977 a 3 pesetas con lo que tenía que complementar el franqueo de 1,50 pesetas con otras 1,50 pesetas. La solución que aplicó el bueno de Pascual, como se puede ver en las figs. 1 y 2, fue utilizar como complemento recortes de esos mismos enteros. Yo creo que no es ortodoxo, aunque reconozco que no recuerdo haber visto ninguna disposición que lo prohíba.

Todos hemos visto que cuando se cancelaba un entero no siempre el matasellos iba encima del sello, lo que podía, fácilmente, dar lugar a fraudes al correo si se recortaran los sellos no matasellados y se pegaran a otro envío postal.

En los casos que nos ocupan estoy absolutamente seguro de que no había fraude si no una broma de Pascual Doménech.

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