En 1921 el primer avión pilotado por un español había surcado los aires: en tierra, una joven aristócrata asturiana, María Bernaldo de Quirós, nacida en 1898, ni siquiera sospechaba que 7 años más tarde ella sería la primera mujer en obtener la licencia como piloto.
Se había interesado por la aviación por pura casualidad: casada por segunda vez con el alcalde de Ciudad Rodrigo, quiso la suerte que en el plazo de un mes tres aviones que seguían la ruta Sevilla-Valladolid tuvieran que aterrizar de emergencia en una finca cercana. María descubrió que nada, ni el reproche social, ni las acusaciones de que una mujer casada nada debía buscar entre hombres que manejaban aquellas máquinas, ni la oposición de su marido, podían apartarla de aquella pasión.