Con el título “Cuidar en tiempos de Guerra” el pasado domingo 9 de febrero, dentro del Ciclo de Conferencias de SOFIMA dedicado a la Guerra Civil, María Teresa Miralles Sangro desarrolló una interesantísima conferencia en la que analizó la participación de la sanidad en el desarrollo del conflicto armado.
A lo largo de sus más de treinta años de vida profesional María Teresa Miralles ha ejercicio como enfermera en servicios hospitalarios de la red pública española. Es autora de libros y artículos relacionados con la enfermería, con premios nacionales e internacionales en su dilatada carrera.
En el año 2001 creó la Fundación María Teresa Miralles Sangro para el Estudio de la Evolución de los Cuidados y el Desarrollo de la Enfermería. Es fundadora y Directora del Museo de Historia de la Enfermería, instalado en el Ilustre Colegio de Enfermería de Madrid desde su inicio en el año 2010.
En aquel julio de 1936 dos Españas que defendían principios contrapuestos e irreconciliables.
Carta remitida por un soldado herido desde el Hospital de la 14 División en Alcohete (Guadalajara)
Sobre entregado a la tropa por la Cruz Roja con el texto “SOLDADO LA CRUZ ROJA NO TE OLVIDA. RECUÉRDALA SIEMPRE”
Para unos el “Glorioso Alzamiento Nacional”, se había hecho necesario para salvar a España de la anarquía, para restablecer el orden y acabar, mediante una “Cruzada de Liberación”, con los enemigos del país: anarquistas, comunistas, socialistas, separatistas y masones.
Para la otra España, la que permaneció fiel al gobierno legal de la República, había que luchar para defender una República democrática y terminar con el fascismo que se estaba extendiendo por toda Europa.
Viñeta de 1937 de la serie
Socors Roig de Catalunya
Durante la Guerra Civil la sociedad convulsionó, cerraron escuelas, prensa, se racionó la comida y se restringieron los combustibles. Pero la comunicación se multiplicó, se hizo necesario conocer el cuartel donde estaba el padre, o las heridas del hijo en el hospital. El Correo funcionó en las dos zonas, todos escribieron cartas y a “casi” todos les llegó la correspondencia.
En cuanto a la estructura sanitaria, al inicio de la contienda la característica común en ambas zonas fue la improvisación y la falta de organización, la dispersión de médicos y material y la escasez de enfermeras.
Se intentó mantener y organizar la asistencia humanitaria requerida por la población civil, cuidar de los niños, mujeres y ancianos, el cuidado a los desplazados y evacuados y por supuesto, la atención a los soldados heridos.
Enfermeras religiosas y laicas, también matronas y practicantes participaron de manera decisiva y generosa en la atención a todos los grupos sociales, incluyendo a heridos y militares.
República Española (1938)
Emisión de ayuda a la Cruz Roja con una fuerte sobretasa (45 cts. + 5 ptas.) para recaudar fondos para la Institución
Fue necesario delimitar la asistencia a los heridos: Los de primera línea de fuego los recogía el camillero, que los trasladaba al puesto de socorro más cercano para ser valorados por el médico, quien decidía si trasladarlo al hospital de vanguardia u al hospital de sangre.
En los hospitales de retaguardia, situados lejos del fuero se trataban las lesiones complicas y los grandes traumatismos además de las hemorragias masivas.
El sistema sanitario republicano creó una red de rápida evacuación desde el mismo frente de batalla, con diversos puestos intermedios y móviles según necesidad para acabar derivando a los heridos a los heridos a los diversos Hospitales de Sangre. Para esta rápida evacuación se crearon cuerpos de camilleros, enfermeros y enfermeras. Además, se utilizaron medios de transportes basados en ambulancias (o coches civiles habilitados) y se perfeccionaron y sistematizaron los trenes hospitales y aviones sanitarios utilizados ya en la Guerra de Marruecos.
El Gobierno republicano disolvió el 29 de julio del 1936, el Comité Directivo de la Cruz Roja Española y lo reemplazó por un grupo de siete personas por ellos mismos elegidas. Ante semejante intromisión, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), actuó directamente enviando al Dr. Marcel Junod como delegado de la institución.
Carta remitida a la Dirección General del Comité Internacional de la Cruz Roja con marca del correo de campaña y viñeta del Consell de Sanitat de Guerra de la Generalitat de Catalunya emitida en 1937
En septiembre de 1936 el Dr. Junod logró el acuerdo con los dos bandos enfrentados de que ambos respetarían el emblema de la Cruz Roja, así como la creación de delegaciones permanentes de la Cruz Roja Internacional en ambas zonas.
En cualquier caso, las enfermeras de la Cruz Roja Española asumieron, sin dudarlo y en las dos zonas, los Principios Fundamentales de la Institución actuando con humanidad, Imparcialidad, neutralidad, independencia, universalidad y voluntariedad y aceptaron el cuidado de enfermos, cuidar de la población civil, y de los prisioneros.
Aquí puedes acceder a los contenidos de la conferencia
Cuidar en tiempos de Guerra (PDF)