El pasado 25 de enero tuvo lugar en la sede de SOFIMA/FESOFI, la segunda ponencia del ciclo de conferencias sobre Correo Marítimo, que fue dictada por Manuel Aranda Echévarri. El título de la misma fue “Correspondencia colonial española interceptada por corsarios ingleses en alta mar durante el siglo XVIII y principios del XIX”
Manuel Arango Echeverri, es un Investigador colombiano de Historia Postal y Fiscal. Ha dictado conferencias en varias Exposiciones Filatélicas sobre temas fiscales y de Historia Postal.
Manel Arango es autor de varios libros: “El papel sellado en Colombia 1640-1981” en tres tomos, “Recuperando nuestra pre filatelia a la luz de los archivos históricos colombianos” en dos tomos y posteriormente un suplemento a esta publicación, “SCADTA por SCADTA” (coautor conjuntamente con Carlos Valenzuela) en dos tomos. “Historia Pre-Filatélica y Catalogo de Marcas Postales de Colombia 1771-1859” en 2018, y “Correspondencia Colonial Española Interceptada por Corsarios Ingleses en Altamar durante el Siglo XVIII y principios del XIX” en 2020. Ha escrito numerosos artículos en diversas revistas nacionales e internacionales.
Manuel Arango ha participado en numerosas exposiciones filatélicas internacionales. Miembro del Club Filatélico de Bogotá y Medellín y de la American Philatelist Society (APS). Realizó la lectura de su Discurso de Ingreso como Académico de Número, “Correspondencia colonial española interceptada por corsarios ingleses” el 6 de marzo de 2020 en Madrid.
Con 9 reales de vellón se tasó esta carta con el #775, dirigida a los Sres Bretous, Dechegaray, y Compañía en Cádiz. Con marca LIMA en rojo.
Durante muchos años las desavenencias entre Inglaterra y España fueron la constante en la relación de ambas naciones.
Esta rivalidad, fue desplegada en los distintos mares donde ingleses y españoles pretendían ejercer su superioridad. Durante esos tiempos, la guerra económica —la ofensiva contra el comercio del enemigo— era un hecho normal de cualquier conflicto en el que estuvieran involucradas naciones marítimas como Reino Unido. Su objetivo era privar al adversario de alimentos y suministros vitales en su trajín de guerra, arruinar sus negocios y, por consiguiente, privarlos de los medios económicos por continuar la acometida.
En esa era de la navegación de vela, sin embargo, el armamento de los militares no era realmente lo suficientemente poderoso para hundir fácilmente un navío de madera, y por lo tanto tenía más sentido apresar los barcos enemigos. Una nave rival capturada podía ser útil en las marinas de guerra, y si fuera un mercante, la embarcación y su carga podrían utilizarse y reforzar el beneficio económico.
Por lo tanto, a los estados le interesaba fomentar la captura de navíos enemigos, y con este fin, se estableció en la ley que los barcos capturados y sus cargamentos se venderían, los ingresos se repartirían entre el estado y sus oficiales y los hombres de buque que efectuaban la aprensión. Esto se aplicó, ya sea que la nave que realizara la detención fuera un buque de la Armada Inglesa, o una embarcación de guerra de propiedad privada, o un corsario, de los cuales había miles en algunas guerras, todos en busca de jugosas recompensas (un barco capturado se le denominaba un premio).
A la población de Carcabuey, perteneciente a la provincia de Córdoba se remitió esta carta # 619 al señor licenciado don Antonio Joseph Ceballos, guarde Dios muchos años Cura y Vicario en esa villa. Porte doble de 9 reales de vellón. | AL REY NUESTRO SEÑOR, Por mano de su Secretario de Estado y del Despacho Universal de Indias, se aprecia en esta carta #1479, con Marca LIMA e indicación de 9 reales de vellón a pagar en Madrid como una carta doble. |
Junto con los barcos y sus cargamentos, los británicos también interceptaron miles de cartas y documentos de todo tipo. Cuando estaban a punto de ser capturados, los capitanes españoles solían deshacerse de la documentación, por el simple método de arrojarla por la borda para ocultar información política, militar y comercial que podría ser útil al enemigo. Por lo general, solo conservaban los conocimientos de embarque, de modo que los propietarios pudieran reclamar su carga durante el juicio posterior en el Tribunal Superior del Almirantazgo, en un proceso en donde se determinaba si la captura se había realizado en forma legal y se hacían las reparticiones según las ordenanzas inglesas.
Si la nave era de la armada enemiga, había alguna esperanza de interceptar inteligencia útil por este medio. Pero más aún, y especialmente en el caso de los buques mercantes, el objetivo primordial era proporcionar evidencia de la nacionalidad de los propios oficiales, y tripulación del barco, o la propiedad de su carga, para facilitar su uso y demostrar ante el tribunal que el barco era realmente un premio legítimo.
Debido a que los primeros barcos modernos eran, en efecto, oficinas de correos flotantes, expropiando todos los documentos en un barco con frecuencia incautaban una asombrosa cantidad de material postal. Mucha de la correspondencia fue abierta y revisada, si bien, otra gran parte ha permanecido cerrada.
“Los archivos históricos ingleses de Kew Garden, contienen índices de unos 35.000 barcos capturados entre 1652 y 1856”, según información suministrada por Randolph Cock, especialista en las investigaciones de los papeles del premio, en los Archivos Nacionales de Kew Garden.
Vía Madrid, Oviedo y finalmente Gijón se envió esta carta bajo el #877 a don Fernando Muñiz Carreño.
La gran mayoría de estos registros consisten en el papeleo generado por y para el Tribunal del Premio (Court Prize) con los exámenes de la tripulación y diferentes asientos de los procedimientos y algunos libros o legajos tomados de la nave que a menudo incluyen cartas personales o comerciales. Las cartas se presentaron como prueba judicial ante el Tribunal del Premio del Alto Almirantazgo como prueba de ser una nave enemiga, para que los captores pudieran reclamar el botín.
Desde el Tribunal, las cartas, aún en sus bolsas de correo, fueron trasladadas a la Torre de Londres. Se quedaron allí hasta 1850, cuando se transfirieron a la Oficina de Registro Público en la Ciudad de Londres, donde permanecieron, en aproximadamente 4.000 cajas, sin catalogar debido a la falta de fondos.
Carta con el registro #4497 con cuños ISLAS DE BARLOVENTO y FRANCA HENRRY, escrita el 3 de enero de 1781 a su amigo Pedro María Marín de la Renta de Correos y oficial mayor de la Contaduría General en Madrid.
Estas cartas son principalmente de dos tipos. Correspondencia personal de la dotación. Pueden ser de su familia, o del propietario de la nave y Oficios en tránsito. Misivas originadas en el puerto de partida del barco y se transportaron en bolsas de correspondencia selladas para su entrega en su destino. Suelen ser cartas comerciales que incluyen conocimientos de embarque, facturas, letras de cambio o cuentas. Otras son personales, de marido a esposa, de madres a hijos, de hermanos a hermanos. La mayoría de los pliegos están redactados en francés, holandés, español, portugués o inglés, y el resto en uno de los otros veinte idiomas (incluido el yidis y el vasco). El correo capturado contiene cartas que pueden ser fuentes únicas, con detalles íntimos de la vida de la gente común.
Hay varias fuentes destacadas que proporcionan información invaluable sobre la historia postal colonial del siglo XVIII y XIX.
Manuel tuvo la oportunidad de revisó in situ diversos períodos correspondientes a buques españoles interceptados. El primer período fue con un barco procedente de Veracruz en 1702. El segundo durante la guerra de la oreja de Jenkins y la Guerra de Sucesión, en el que se capturaron más de 131 barcos (1739-1748). El tercer período de 1743 a 1746. Un cuarto período y el más interesante, durante la guerra de independencia de los Estados Unidos (1779-1783), destacando la fragata La Perla, de la que están catalogadas alrededor de 1500 cartas. Por último, un quinto período que corresponde a la toma de la isla holandesa de San Eustaquio en 1781, en donde se confiscaron 4514 cartas decomisadas a 130 barcos que estaban allí fondeados.