El pasado domingo 20 de mayo José Antonio Herráiz, Académico electo de la Real Academia Hispánica de Filatelia e Historia Postal y académico correspondiente de la Académie de Philatélie (Francia), presentó una interesante conferencia bajo el título “Sobreportes españoles en la correspondencia de Francia a España (del final del siglo XVIII a 1880)” o como él mismo apuntó “cuando la tarifa oficial no es suficiente”.
Los sobreportes eran recargos en los precios a pagar por la correspondencia, además de los establecidos en las tarifas y sus principales causas fueron económicas y políticas. Los sobreportes fueron un fenómeno habitual en la correspondencia circulante en España durante los siglos XVIII y XIX, siendo aplicada a la correspondencia circulante dentro del Reino, a la llegada de Indias y del extranjero, especialmente la procedente de Francia, que era la más numerosa. La mayoría fueron suprimidos tras la gran reforma postal de 1845. No obstante, todavía hubo después algunas excepciones Todo esto fue analizado por José Antonio Herráiz mediante numerosos ejemplos prácticos, en los que además de identificar cada tarifa aplicada y el tipo de sobreporte, analizó la normativa que los hizo posibles y sus fuentes documentales, obtenidas en muchos casos de sus propias investigaciones en bibliotecas y archivos nacionales y provinciales.
Carta de Narbona a Altafulla (actual provincia de Tarragona) fechada el 8 de octubre de 1783. Porte de 6 ½ reales, 6 reales para una carta sencilla (hasta 4 adarmes inclusive) según la tarifa de 1779 y ½ real de sobreporte local
Los sobreportes pueden clasificarse de diferentes maneras, con especial atención a su zona geográfica de aplicación y el destino de los ingresos obtenidos. Al cubrir un espacio de tiempo de algo más de un siglo, las monedas utilizadas para la expresión de dichos sobreportes fueron cambiando con el tiempo: cantidades en maravedís, cuartos, reales de vellón y céntimos de peseta son visibles en las cubiertas de las cartas afectadas.
Si se atiende al criterio de alcance geográfico, los sobreportes pueden clasificarse como nacionales, regionales o locales. Los ingresos obtenidos fueron utilizados para diversas actividades, tales como el sostenimiento de los sistemas de distribución de la correspondencia, la financiación de construcción de carreteras o la contribución a los gastos de derivados de conflictos bélicos como la Primera Guerra Carlista. De estos últimos, los más conocidos últimos son los que se impusieron en localidades como Bilbao, Santander o en la zona de Cataluña, tanto para la correspondencia circulante dentro del Reino como la llegada del extranjero.
Carta de Perpiñán a Barcelona franqueada el 13 de abril de 1839. Porte de 4 reales para una carta sencilla (hasta 4 adarmes inclusive) y sobreporte de 8 maravedís (2 cuartos). Acumulación de dos sobreportes de 1 cuarto
Finalmente, se analizaron ejemplos de sobreportes marítimos, destinados a remunerar a los capitanes o patrones de buques mercantes, como los establecidos en el Convenio Postal hispano-francés de 1859 y que estuvieron en vigor hasta que, por Real Orden de 28 de febrero de 1880, fueron suprimidos a la vez que el resto de sobreportes marítimos que aún quedaban en vigor, fecha a partir de la cual toda la correspondencia extranjera debió ser tratada según las disposiciones del Convenio de París (Unión Postal Universal) de 1 de junio de 1878.
Una vez más, con el rigor que caracteriza todos sus trabajos, José Antonio Herráiz ofreció una conferencia amena y didáctica en la que no solo presentó atractivas piezas procedentes de su colección, sino que también nos ayudó a entenderlas, lo que los asistentes agradecieron con una calurosa despedida.