José Manuel Grandela Durán es Vicepresidente 1º de SOFIMA, Académico de la Real Hispánica de Filatelia, y Jurado FIP de Aerofilatelia y Astrofilatelia, impartió el pasado 24 de mayo en la sede de FESOFI una amena conferencia que tituló “Aerofilatelia versus Astrofilatelia”, en un afán de esclarecer las dudas que tienen algunos coleccionistas sobre ambas clases de competición, basándose en los Reglamentos Especiales y Directrices de la Federación Internacional de Filatelia (FIP).
Siguiendo paso a paso algunas de las normativas más concluyentes, José Manuel Grandela ha comparado -mostrando imágenes de piezas de ambos coleccionismos-, sus analogías –como el correo viajado en globos estratosféricos y/o cohetes-, y las diferencias que les dan identidad inequívocamente propia, como la correspondencia con pruebas de haber volado, en el caso de la Aerofilatelia, o salido fuera de nuestro planeta, como es el caso del Correo Cósmico o Correo Espacial, exclusivo de la Astrofilatelia.
Bajo la primera exigencia de la Aerofilatelia, el material a exponer debe haber sido transportado por el aíre, y llevar pruebas de haberlo hecho. Los matasellos, las marcas conmemorativas, las viñetas especiales y las etiquetas para el Correo Aéreo deben avalar la autenticidad de ese rápido y eficaz medio de transporte.
Por esa misma razón, ese material gráfico acreditativo es también por sí mismo objeto de estudio y colección, aunque es recomendable que se exponga sobre carta o tarjeta circulada.
Aerofilatelia: carta enviada desde la estación espacial rusa
En el caso de la Astrofilatelia, el conferenciante comenta que un vuelo espacial es un hecho real, sujeto a datos precisos en espacio y tiempo, y una colección astrofilatélica es justamente la constatación de ese evento histórico, y como tal debe ceñirse a una secuencia cronológica. Por ejemplo, si queremos exponer un estudio sobre los vuelos tripulados, no podemos empezar con la lanzadera norteamericana Space Shuttle, o el laboratorio orbital soviético Salyut, porque a ellos sólo se pudo llegar gracias a sus predecesores, con Gagarin y su cápsula Vostok a la cabeza.
Bajo la primera exigencia de la Aerofilatelia, el material a exponer debe haber sido transportado por el aíre, y llevar pruebas de haberlo hecho.
La fecha exacta de un lanzamiento marca un hecho real, y un efecto postal que constate tal circunstancia es innegablemente un auténtico documento histórico. José Manuel Grandela llamó la atención sobre este detalle, presentando una amplia selección de sobres y tarjetas conmemorativas de lanzamientos de cohetes y satélites desde diferentes bases, encuentros espaciales y puesta en órbita de satélites, y aterrizaje y recuperación de naves tripuladas, con piezas filatélicas mataselladas en la fecha exacta en que tuvieron lugar, y en las estafetas postales de los propios establecimientos o vehículos donde fueron lanzados, controlados o recuperados, etc.
Material de Astrofilatelia: Matasellos de 20.02.1962, destructor USS NOA que recogió, ese día al primer astronauta americano, J. Glenn con su firma.
El conferenciante dejó patente a través de las piezas seleccionadas, mostradas y comentadas, el maridaje Aviación – Correo Aéreo, pues hubo un tiempo, allá en los albores del siglo XX, en que fueron inseparables, y las exigencias de uno redundaron inmediatamente en beneficio del otro. Si bien tuvo que existir primero el avión para poder enviar una carta en él, también es verdad que gracias a esa viabilidad para transportar correo, los diferentes Gobiernos sufragaron sin cesar los cuantiosos gastos de los inventores de aquellas frágiles máquinas, para llegar cuanto antes a los límites más remotos de sus posesiones o áreas de influencia, o recibir rápidamente noticias de cualquier paraje, por alejado que éste estuviera.
Pero si la Aviación se lleva la parte del león en el desarrollo del Correo Aéreo, no se puede olvidar que antes, mucho antes de que los hermanos Wright elevaran su máquina voladora en Kitty Hawk (EE.UU.), en 1903, el hombre ya se había valido de otros medios -naturales o técnicos-, para hacer llegar las noticias a sus semejantes, o recibirlas de aquellos.
El conferenciante fue mostrando claros e interesantísimos ejemplos de los medios e ingenios empleados por el hombre a lo largo de los siglos, para despachar mensajes epistolares a sus semejantes por el aire, e incluso más recientemente por fuera de él. Aunque cada uno de esos medios fue protagonista de una particular etapa histórica, todos ellos en conjunto han forjado la historia del Correo Aéreo.
Las palomas mensajeras y sus colombogramas; los despachos por ballon-monté y non-monté del asedio de Paris de 1870; las cartas voladas en dirigibles civiles y militares; los globos estratosféricos; y una selección del desarrollo de la aviación, con sus variantes conocidas del autogiro, helicópteros, hidroaviones, correo catapultado, reactores y aviones-cohete, y finalmente las naves espaciales y sus potentes lanzadores, que mantienen en contacto epistolar a los astronautas internacionales, que ocupan permanentemente la Estación Espacial Internacional, que orbita incesablemente nuestro planeta.
Material para aerofilatelia y astrofilatelia: Mensajes lanzados durante nuestra Guerra Civil desde cohetes
El material gráfico expuesto por José Manuel Grandela, con algunas piezas inéditas, fue detalladamente comentado y sazonado con amenas anécdotas -algunas personales-, que sorprendieron y agradaron a los asistentes, amén de ampliar sus conocimientos sobre las clases de competición de Aerofilatelia y Astrofilatelia, tan parecidas y tan diferentes.